Descripción:
Habitualmente los cambios lingüísticos se explican desde un punto de vista socio-cultural y funcional, considerándolos una adaptación a necesidades externas provocadas por el entorno. Sin embargo, en este trabajo se presenta un enfoque radicalmente distinto. El objeto de estudio no es la lengua como fenómeno social, sino como estado maduro del órgano del lenguaje, en cuyo desarrollo son factores relevantes tanto los internos al propio individuo como los del entorno que lo rodea. El foco de atención se traslada así al interior del individuo y, como en las ciencias naturales, se intenta explicar la diversidad partiendo de la uniformidad estructural.
Partiendo del concepto minimalista chomskiano de que la FL es una solución óptima a los requisitos estructurales que imponen los sistemas cognitivos articulatorio-perceptivo (A-P) y conceptual-intencional (C-I) que la integran, toda variación en la lengua-I ha de ser necesariamente un ajuste perfecto a la interfaz, ya que de otro modo no sería procesable la información. Este planteamiento de base biológica y estructural nos lleva a la necesidad de adoptar un modelo que explique el cambio en términos de estructura o de buen funcionamiento interno, independientemente de la utilidad externa que el lenguaje pueda tener. En este sentido, la teoría evolutiva anti-neodarwinista ofrece un marco teórico que encaja con el modelo chomskiano del lenguaje.
Desde la óptica anti-neodarwinista, toda variación que se produce durante el periodo de adquisición ha de verse como un efecto colateral, como una consecuencia estructural de la interfaz. Los cambios en la lengua-I son entonces enjutas arquitectónicas. Se generan como consecuencia de la forma, son exaptaciones (no adaptaciones) que contribuyen al buen funcionamiento interno de la FL, sin que tengan ninguna utilidad ni aporten ningún beneficio al individuo.
En la Primera Parte, que se articula en tres capítulos, se desarrollan todos estos conceptos, mientras que en la Segunda Parte se aplica el modelo de cambio anti-neodarwinista al estudio de los clíticos pronominales románicos, que presentan las características propias de las enjutas. Son novedades evolutivas de las gramáticas románicas con respecto al latín cuya aparición es un fenómeno altamente complejo que involucra diversos aspectos gramaticales que se explican en los cinco capítulos de la Segunda Parte.
La reorganización del sistema pronominal latino junto con la decadencia y desaparición de los clíticos conectivo-actitudinales latinos, por un lado; los cambios en el orden de constituyentes como consecuencia de la pérdida del requisito (hiper-pied-piping) que favoreció un orden de constituyentes SVO, por otro; y la opacidad generada por las cláusulas de infinitivo y las posibilidades de incorporación de elementos de la cláusula de infinitivo a la oración principal, provocaron un cambio profundo en la gramática. Emergieron cuatro reglas gramaticales que coexistieron durante el periodo medieval y crearon una situación lingüística compleja, que describen de forma aproximada, aunque incompleta, las Leyes de Tobbler-Mussafia (LTM). En la parte final sugiero que las LTM no tienen capacidad explicativa, sino que son un epifenómeno, resultado del complejo panorama lingüístico medieval, por lo que su papel se reduce a la descripción y no a la explicación de las gramáticas vigentes.