Descripción:
Tanto en su origen como en el desarrollo posterior del género, los elementos principales se han mantenido hasta cierto punto invariables: acción, análisis y misterio. La figura protagonista ya no es un investigador sin familia ni profesión, que por curiosidad científica selecciona y analiza indicios y esclarece casos, ni un detective o ''man of honour'' que se mantiene más o menos incólume en una sociedad capitalista corrupta, sino que adopta múltiples formas e incluso el género resiste a su extrapolación histórica, como en el caso de Steven Saylor y sus novelas ambientadas al final de la Roma republicana.
A pesar de esta evolución del género, el protagonista tiene que investigar y desvelar un caso -no raras veces un simple McGuffin à la Hitchcock- por medio de numerosos indicios, que se irán cargando de significados dentro del sistema semiótico que estructura y condiciona el género.
Puesto que el repertorio de indicios es amplio, ha de seleccionar aquellos que pasarán a ser señales -más patentes que los meros indicios y directamente relacionadas con el caso a descubrir-, las cuales conformarán una narración inteligible -coherente internamente y plausible con otros indicios y señales dispersos en la novela- y probatoria, que desvelará y concluirá la investigación (Ginzburg).
Dentro de la variante crítico-social de la novela criminal, a veces denominada en América Latina ''neopolicial'', ciertos indicios buscan más bien la atención del lector, quien en un segundo nivel de lectura es capaz de analizarlos y descodificarlos en clave socio-política, aun cuando el protagonista no logre triunfar o incluso fallezca en el intento. De una u otra forma, el género exige la diseminación de indicios y su posterior análisis revelador, pero quizás ahora el diálogo entre el autor y el lector tenga un carácter más apelativo, siendo el caso criminal una simple excusa literaria.
Restan, entonces, muchas preguntas: ¿Qué tipos de diálogos proponen los autores contemporáneos de novela policiaca o neopolicial en lengua española?, ¿qué indicios se encuentran diseminados en estas novelas?, ¿qué significados aportan estos indicios?, ¿qué lectores buscan? ...
Este simposio busca contribuciones que profundicen, maticen y critiquen este texto de discusión. Se espera que la literatura primaria analizada sea en su mayor parte de autores de lengua española.
- Indicios, señales y pruebas: la cuestión epistemológica.
- Indicios, señales y pruebas: la lógica inherente.
- Formas de representación de los indicios.
- Indicios diseminados y luego abandonados.
- Indicios descifrables sólo a posteriori.
- La «reveladora» narración del protagonista y la «reveladora» narración del lector.
- Acción, análisis y misterio: la férrea estructura del género.
- Las variantes genéricas de la novela policíaca en lengua española.
- Funcionalizaciones intertextuales.
- Aspectos intermediarios.
La publicación de las Actas de este simposio tendrá lugar a finales de 2006. La fecha límite para el envío de los resúmenes de las ponencias es el 15 de marzo de 2006. Los resúmenes (15 a 20 líneas) deben ir acompañados de la dirección completa del investigador, institución a la que pertenece y dirección de correo electrónico. Las ponencias tendrán una duración de 20 minutos.
Dirección de contacto:
Enrique Rodrigues-Moura
Leopold-Franzens-Universität Innsbruck
Institut für Romanistik
Innrain 52
A-6020 Innsbruck
Tel.: +43 512 507 42 02
Fax: +43 512 507 28 83
Correo electrónico: Enrique.Rodrigues-Moura@uibk.ac.at
Información adicional:
Con motivo del proyecto Writer in Residence, que organizará la estancia del escritor cubano Lorenzo Lunar Cardedo en la ciudad de Innsbruck durante los meses de abril y mayo de 2006, el Instituto de Románicas de la Facultad de Filología y Ciencias de la Cultura de la Universidad de Innsbruck organiza un simposio internacional de literatura policíaca en lengua española. La novela policíaca, criminal o negra, ocupa un lugar privilegiado dentro de la denominada literatura de masas o Trivialliteratur. A pesar de su éxito, la historia de este género es relativamente joven: nace con la consolidación de la sociedad burguesa, tras dejar atrás la cultura del Ancien Régime. Tres son los puntos centrales en los que gravita el género: la necesidad de una acción (aventura), la presencia de un análisis racional de los datos acumulados y la incorporación del suspense o misterio, elementos estos últimos nunca antes tan explotados en otros géneros literarios. Desde el momento en que el Estado asumió el monopolio absoluto de la violencia, el solitario caballero andante, que dejaba atrás la ciudad para adentrarse en la ignota selva, perdió su legitimidad -''con la Santa Hermandad no hay usar de caballerías'', le anticipaba ya Sancho a don Quijote-, por lo que la novela de aventuras o de caballerías tuvo que trasladar sus espacios literarios a otros mares -Karl May, Salgari, etc.-, los cuales pronto perdieron su exotismo, o dedicarse a la caza y captura del criminal. El detective o policía tenía que restaurar el orden social burgués por medio del examen racional de los indicios que se iba encontrando a lo largo de la novela. Algunos de estos indicios se convertían después en señales que le servían como pruebas, con las que construía una narración que desvelaba el misterio y señalaba al culpable. (Schulz-Buschhaus)En el siglo XX la evolución del género acompañó el desarrollo de la sociedad capitalista, que caminaba hacia una descentralización del poder que se había otorgado al Estado-nación decimonónico, y otras entidades pasaron a ejercer casi legítimamente la violencia: grandes grupos mafiosos o criminales, gigantes corporaciones estatales o multinacionales, etc. La actual globalización y la ausencia de grands récits ha difuminado las fronteras del Estado-nación al potenciar el surgimiento de nuevas entidades supraestatales y al afianzar el poder de las empresas multinacionales y de las innumerables ramificaciones de la banca internacional. El rígido esquema de la novela criminal, que exigía el respeto a la causalidad y verosimilitud, experimentó, a partir de los años treinta de esa centuria, la irrupción selectiva de una realidad social violenta e incontrolable (Hammet, Chandler, etc.). Así pues, el final feliz de la novela policíaca, que restituya el orden social puesto en cuestión, viene a ser un desideratum muchas veces imposible de cumplir, pues la realidad exterior mimetizada en la novela negra ha pasado a ser cada vez más impenetrable, opaca, compleja. No infrecuentemente el protagonista tiene que conformarse con desvelar el caso, aunque el culpable no vaya a pagar nunca sus pasionales o incluso alevosos crímenes. Por otra parte, la funcionalización del género policíaco para asentar una crítica social tiene ya una cierta tradición dentro de la novela negra en el ámbito románico: Sciascia, Vázquez Montalbán, Madrid, Taibo II, etc. Tras la ya establecida deconstrucción del modelo tradicional de la novela policíaca, es necesario preguntarse qué tipo de novela negra se escribe actualmente en España, especialmente tras la Transición, así como en América Latina, donde el monopolio de la violencia por parte del Estado tiene tantos competidores.