Coloquio Internacional Pluridisciplinar «El Monstruo (España y territorios hispanófonos)»
«En el Apocalipsi, Sant Johan Evangelista / non vido tal figura nin de tan mal vista ; / (...) non sé de quál diablo es tal fantasma quista»: la serrana del Libro de buen amor del arcipreste de Hita introduce la larga serie de criaturas anómalas que colonizan la creación artística española en el sentido general de la expresión. Simboliza la ambigüedad del monstruo, objeto de fascinación y repulsa, terrorífico pero próximo, escurridizo finalmente. A veces cien por cien animal, es con formas antropomórficas como el monstruo encarna más a menudo el horror del pecado, señaladamente en los portales de las iglesias románicas. Más tarde, en los libros de Mateo Alemán, el monstruo recobra el estatuto de mensajero del diseño divino que le habían otorgado san Agustín e Isidoro de Sevilla.Paralelamente a la cuestión religiosa que la convulsiona, la España moderna va descubriendo un universo ya sin límites. Los viajeros intentan nombrar y describir aquellos nuevos mundos por donde se desplazan criaturas extrañas: Cristóbal Colón avista a algunas sirenas; Magallanes asevera la existencia de las amazonas y los panotis (que se arropan en sus monumentales oídos para dormir); un jesuita encuentra en América el rastro de los blemnios (acéfalos que llevan el rostro en el pecho)¿ y don Quijote arremete contra los gigantes. La Corte ya no concibe prescindir de sus enanos, a quienes hará inmortalizar por Velázquez.Pero ya ha empezado a cambiar la naturaleza del monstruo: otrora exterior, cobra un carácter también y cada vez más interior. «El sueño de la razón produce monstruos», avisa Goya: en plena expansión, la prensa lo publica, y los siglos XIX y XX darán de ello innumerables y trágicos ejemplos. De aquí en adelante, el hombre contemporáneo habrá de convivir con sus nuevos enemigos íntimos, desde la imagen deforme de los esperpentos hasta la lucha del yo contra el ello y el superyó de los personajes neuróticos de J. J. Millás, pasando por los protagonistas de Rafael Azcona o Luis Buñuel en sus películas.En América, tras una lucha secular contra una naturaleza teratógena y llena de vorágines hostiles, las ficciones de Roberto Arlt introducen nuevos monstruos, los del capitalismo urbano que abordarán también, a su manera y entre otros autores, Ernesto Sábato o Julio Cortázar. Más allá de contingencias geográficas, pasando de cualquier consenso, entre los artistas pánicos Arrabal, Jodorowsky y Copi, cunde un monstruo malo pero a menudo necesario y revelador. También César Aira rompe a su manera un molde que se ha vuelto demasiado edificante: sus monstruos pueden ser buenos y libertadores.